CAPÍTULO 1: ENCIENDE TU CORAZÓN: PARTE 2
Tras un tiempo caminando por un largo pasillo de inmacularidad nívea, que a Ayten se le hizo eterno, llegaron frente a una doble puerta, tan alta como la pared misma, de color plateado, y guardada por dos hombres iguales a los que iban con Ayten. Tras intercambiar una mirada, los que guardaban la puerta quitaron un tablón de madera que actuaba como cerradura de ésta, con lo que se abrió, mostrando un gran y extraño salón.
El suelo estaba cubierto por un manto de hierba fresca, y un trozo de cielo estrellado, en el que reinaban tanto la Luna como el Sol, se veía sobre él. A sendos lados del salón antorchas iluminaban la sala, y varias cascadas daban paso a varios riachuelos que confluían en un lago en el centro de la sala, sobre el cual se situaba un trono del color del oro, con grabados en él con varios símbolos, entre ellos el que Ayten llevaba bordado en su túnica. Y, sentado sobre él, se encontraba el hombre más fascinante que había visto Ayten jamás.
Era calvo, de ojos verdosos felinos, orejas puntiagudas y labios morados. Por toda su cara se podían observar distintas marcas, tales como la que llevaba Ayten en la mano, y de los lados de su cabeza salían dos grandes cuernos negros que se enrrollaban como si fueran de un carnero. De su barbilla crecía una perilla del color de la medianoche, de la cual colgaban siete esferas con un símbolo cada uno. Vestía una túnica similar a la de Ayten, pero el símbolo que tenía bordado se asemejaba a un agujero negro. Era bastante alto, y sus manos y pies, los cuales tenía al descubierto, eran de dedos alargados y huesudos.
Por toda la sala observaban distintas criaturas, todas parecidos a humanos, pero algunas con alas, otras con cuernos, e incluso estaban las que tenían escamas. Todas tenían en común que eran calvas, y también tenían extrañas marcas por su cabeza. Sus túnicas, sin embargo, no llevaban nada bordado.
Los guardias llevaron a Ayten frente al trono, y acto seguido, se arrollidaron frente a él, al mismo tiempo que todos los demás acólitos lo hacían. Ayten, sin embargo, se quedó de pie.
-Bienvenida, Dueña del Fuego-su voz retumbaba por todos los rincones de la sala, colándose en lo más recóndito del alma.-Tu nombre es Ayten, ¿no es cierto?
-Sí-le respondió ella, haciendo acopio de valor.-¿Quién eres tú y por qué me llamas Dueña del Fuego?
-Me imagino que tendrás dudas, Ayten-se recostó en el asiento.-No te preocupes, no quiero hacerte daño. Yo soy El Observador, aquél que vela por el Todo.
<<¿El Todo?>>-pensó Ayten, confusa.
-Verás, querida, el Universo necesita de protección para no acabar sucumbido por el mal. Y esa protección, soy yo-extendió los brazos para abarcar la sala.-Todo esto, en realidad. Estamos en el Centro del Todo, un lugar apartado del plano real, creado con la única misión de garantizar la paz y la estabilidad en el Universo. Yo, junto con mis acólitos, soy el que sostiene el Universo para que no caiga al vacío. Algunos me llaman «Dios», otros «Ente» o incluso «Eso», pero todos coinciden en una cosa: sin mí, nada existiría.
-¿Y qué pinto yo en todo esto?-preguntó Ayten, al tiempo que intentaba asimilar frente a quién estaba.
-Ya te lo he dicho antes: eres la Dueña del Fuego-sonrió levemente al ver a Ayten fruncir el ceño.-El Universo no podría ser mantenido sin unos elementos que le ayudaran a funcionar, al igual que un humano no podría vivir sin unos elementos básicos para su organismo. Estos elementos son-se llevó la mano hacia su perilla y fue apuntando a cada una de las esferas que llevaba colgadas,-el fuego, el viento, el agua, la tierra, la luz, la oscuridad, y el que los mantiene unidos, la mente. Normalmente, El Observador es decir, yo, suelo controlar todos para poder estabilizar el Universo pero, en ocasiones de extrema emergencia, es mi deber separarlos y enviarlos a alguien que pueda controlarlos mejor, de forma que los elementos se hagan más poderosos, y ayuden a estabilizar de nuevo el Universo.
-Así que me enviaste a mí el elemento del fuego-asumió Ayten. El Observador asintió.-Y, ¿qué es ese estado de extrema emergencia del que hablas? ¿Cuál es el peligro?-De repente, la cara de El Observador se ensombreció.
-¿El peligro? Llámalo mejor el Fin. Nos estamos enfrentando al Apocalipsis y a sus guerreros-la cara de Ayten se desfiguró del horror, y comenzó a temblar.-Tiembla pequeña, porque es lo que sucederá si tú y los otros Portadores no los detenéis. El Apocalipsis ha despertado de su sueño de mil milenios, y quiere cumplir su objetivo, por el cuál el existe: llevar todo el Universo al Fin. Sus guerreros, Guerra, Peste, Muerte y Hambre son los medios por los cuales va a intentar conseguirlo, y son a los que deberéis derrotar.
-¿Y al Apocalipsis? ¿No lo podemos derrotar?-El Observador soltó una risita de histeria.
-El Apocalipsis no se puede derrotar.
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Respuesta al dibujo de los símbolos y de que elemento eran:
Agua---Fuego
Viento---Tierra
Luz---Oscuridad
Y el del centro es Mente
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