Los
días pasaron, y Eva se recuperó por completo. Cuando la madre de
Vince, Anna, regresó de Ca Cerim, contenta porque había conseguido
que la mitad occidental de Atïtec estuviera bajo el control de
Mímia, Vince le contó la situación de Eva, y ésta la asignó como
ayudante del Sabio Ciaran. Vince la visitaba una vez por semana, y
solían hablar sobre Himesi, Idhún y la Tierra. Cada vez se sentía
más a gusto con ella, y la encontraba fascinante. Todos los días se
pasaba esperando para hablar con ella, y solía pensar en preguntas
que quería hacerle.
-¿Echas
de menos a tu familia, Eva?-le preguntó un día.
-Echo
de menos a mi hermano, al padre que he tenido toda mi vida...y a mi
madre. Sobretodo a ella. Es la que siempre me ha apoyado y
ayudado-respondió, apenada.
-Se
cómo puedo ayudarte-le dijo Vince.-Aquí en Atïtec tenemos otras
formas de comunicarnos. Sígueme-y echó a andar hacia el Jardín del
Loto. Una vez allí, rozó la superficie del agua con la punta de los
dedos, y una porción de la misma comenzó a brillar. Eva emitió un
gemido de admiración, y Vince esbozó una sonrisa-¿Sabes dónde
puede estar tu madre?
-Estará
en el Palacio Real de Vanis, dentro del reino de Vanissar, a su vez
en Nandelt-le dijo Eva, intrigada.
-De
acuerdo-sentenció Vincent.-Vamos allá-cerró los ojos y se
concentró. En la superficie del lago empezó a formarse un
torbellino de agua.-Idhún-dijo Vince. Se mostró un acantilado en la
costa de algún lugar.-Nandelt-se desplazó hasta llegar a un poblado
humano.-Vanissar-salió un castillo con la bandera de Vanissar
ondeando.-Vanis-la imagen cambió a una plaza de mercado llena de
gente, vida y color.-Palacio Real-se mostró una imagen de un gran
palacio.-Victoria ehmm...-se interrumpió Vince. Eva lo entendió al
momento.
-D'Ascolli-aclaró.-Vince
asintió y volvió a concentrarse.
-Victoria
D'Ascolli-salió una mujer de mediana edad sentada en un trono, de
pelo castaño, ojos castaños y un vestido blanco. Lucía una tiara
sobre su cabeza, y parecía muy apenada. A su lado había sentado un
hombre rubio hablándole, pero no se le podía oír. Vince susurró
unas palabras, y la imagen salió del lago, como si fuera un espejo.
Al mismo tiempo, el hombre y la mujer profirieron un grito. Ya se les
oía hablar.
-¡Eva!-exclamó
la mujer, yendo hacia donde estaba el espejo, pero lo atravesó sin
más, y tuvo que retroceder.
-¿¡Eva,
dónde estás!?¡Te sacaremos de allí, cariño!-dijo el hombre,
furioso. Estaban hablando en idhunita, pero Eva le había enseñando
a hablar idhunita a cambio de que él le enseñara himesiano, y ya
sabía lo suficiente para entender lo que decían. Eva estaba
asombrada por el hechizo, así que intentó calmarles.
-Yo
proteger Eva-dijo lo mejor que pudo. Mientras, el hombre y la mujer
le miraron, extrañados.-No problema-Vince ya no sabía que decir,
así que se volvió hacia ella.-¡Eva, dí algo!-Eva pareció cobrar
vida, y se adelantó hacia donde estaban el hombre y la mujer.
-Hola
mamá, hola papá-saludó, ya en idhunita. Sus padres se relajaron y
se acercaron.
-¿Dónde
estás, Eva? Hemos buscado por todo Idhún-le preguntó quién
debería ser Jack.
-Es
que no estoy en Idhún. Salí volando de ahí-aclaró.
-¿Volando?
¿Cómo?-se extrañó Victoria.
-¡Ah,
sí, no os lo conté! He conseguido transformarme en shek por
fin-Vince pensó en ese momento en que nunca había visto un shek, y
le gustaría ver uno. Hizo una nota mental de preguntarselo más
tarde al Sabio o a Eva.
-¿Y,
dónde estás?-inquirió Jack.
-Estoy
en un lugar llamado Mímia. Es una ciudad de un reino llamado Atïtec, en un
imperio llamado Himesi. Aquí todos son magos mamá, y son muy
agradables conmigo.
-¿Todos
son magos?-preguntó Victoria, sorprendida. Vince sabía que la magia
escaseaba en Idhún, ya que allí solo la podían dar los unicornios,
y Victoria era la última.
-¿Y
quién es ese chico de ahí?-Jack señaló a Vince, autoritario. Eva
se volvió para ver a quién apuntaba y sonrió.
-Es
Vince. Es el hijo de la señora de Mímia, y me ayudó mucho cuando
llegué. Es el único amigo que tengo aquí, y es el que ha
posibilitado nuestra comunicación.
-¿Y
cómo?-preguntó Victoria. Vince le explicó a Eva cómo, y ésta lo
reprodujo en idhunita para sus padres.
-Es
un hechizo que sólo pueden hacer los atïtecanos, y lo utilizan en
vez de móviles o, no sé, palomas-explicó Eva.-Primero utilizan un
conjuro que vuelve la superficie del agua en un portal no
intercomunicable. Introducen después la dirección y la persona que
buscan, como si fuera Google Earth, y después lo convierten en un
espejo comunicador con otro hechizo. Cuando se quiera terminar la
transmisión, simplemente tocan el espejo, y ya está.
-Curioso...-murmuró
Victoria.
-Bueno,
Eva, ¿cuándo vas a volver?-le preguntó Jack, serio.
-¿Qué?-la
pregunta le pilló por sorpresa.-No tenía pensado volver.
-¿Por
qué?-le preguntó Victoria.
-Ya
os lo expliqué-respondió Eva, furiosa.
-¡Pero
eso no es motivo!-Jack echaba fuego por los ojos.-Mañana vas a pedir
que te conjuren un portal y...-Eva cortó la comunicación tocando el
espejo. Se quedó mirando el Jardín unos instantes, hasta que Vince
se acercó por detrás y le puso una mano en el hombro.
-¿Estás
bien?-le susurró, preocupado.
-Sí,
no pasa nada. La próxima vez que hable con ellos se lo explicaré
más calmada-respondió Eva.
-De
acuerdo-afirmó Vince.-Cuando quieras volver a hablar con tus padres
llámame y...-Eva se dio la vuelta.
-No-sentenció.-No
quiero seguir dependiendo de tí. Quiero que me enseñes a conjurar
ese hechizo.
-No
creo que puedas-negó Vince.-Solo los magos pueden hacer este tipo de
magia.
-Por
favor, yo tengo la magia en la sangre-Vince frunció el ceño.-¡Soy
hija de un unicornio, bobo! Ni mi hermano ni yo podemos
transformarnos en unicornios, pero nuestros padres nos han dicho que
tenemos aptitudes mágicas.
-Vale-afirmó
Vince.-Te enseñaré el hechizo. Pero con una condición.
-¿Qué
condición?-inquirió Eva, curiosa.
-Que
tú me enseñes como son los sheks.
-De
acuerdo-afirmó Eva, sonriendo.