VINCENT MERMAIDER - EVA REDFIELD:
Vince
asomó la cabeza y logró ver la cúpula más alta de las ocho que
adornaban su hogar, y acarició, contento, a Sirena.
-¡Ya
veo el palacio!-le comentó a uno de sus escoltas.
-Yo
también, Nis-le respondió el escolta. Vincent le miró
detenidamente. Llevaba sirviendo a los Mermaider unos seis años,
desde que él entrara en la Escuela de Magia, y sabía que se llamaba
Geraint. Tenía la cabeza cubierta por un turbante color gris,
cubierto, a su vez, por un casco azul marino. Los ojos eran de un
tono azul claro, y tenía la tez oscura, propio de un asïsebiano. Su
mandíbula era fuerte y cuadrada, con unas patillas de espeso cabello
negro que le discurrían por los pómulos. Vestía una túnica
grisácea debajo de una armadura azul marino, y unos bombachos a
rayas azules y grises, con unas babuchas grises. Al lado derecho
llevaba la lanza, mientras que en el lado izquierdo llevaba un escudo
decorado con la sirena de los Mermaider, resaltando así su fidelidad
a esa casa. En la cintura llevaba una espada larga y un sable. Vince
sabía que los demás soldados de su casa tenían el mismo uniforme,
él mismo se había puesto uno no hace mucho.
<<Por
desgracia>>pensó.
Ya
habían llegado a la puerta principal de Fífia. La ciudad estaba
situada en el Lago Locinmerg, cuyo tamaño se podría comparar al del
Lago Gigante Carmín de la vecina Jaikaa. Una muralla rodeaba todo el
perímetro de ésta, y una segunda separaba su palacio del resto de
la ciudad. La puerta estaba controlada por otros dos soldados de su
madre, y en todas partes se lucía el blasón de los Mermaider, una
serpiente plateada sobre fondo gris y azul marino. Tras pasar por la
puerta, le recibió todo un desfile en su honor. Todos los habitantes
estaban en la calles, y Vince les saludó y observó a medida que
éstos le tiraban pétalos de flores de loto grises y azules. La
ciudad estaba organizada en cuatro calles principales, que coincidían
con las cuatro entradas a la ciudad y al palacio. Las demas calles
simplemente se trataban de pequeñas callejuelas, con alguna
plazoleta ocasional donde se celebraban mercados y eventos públicos.
Los edificios eran rectangulares, hechos de adobe blanco, con
decoraciones azules o grises. Vince había ido de joven por muchas de
esas callejuelas, ya que tenía amigos entre los habitantes de Fífia,
y solía escabullirse del palacio para jugar con ellos en una de esas
plazas. Vince recordaba que el suelo de la plaza estaba hecho de
baldosas grises y azules, que formaban un entramado de cuadros. En el
centro había una fuente sencilla, que más bien actuaba como pozo,
ya que era redonda y achatada. Lo único que la hacía sobresalir del
resto de las fuentes era que una escultura de una sirena la sujetaba,
y Vince y sus amigos solían deslizarse por la cabellera de ésta
hacia la fuente. Ahora esos amigos tenían grandes puestos en el
palacio, uno era maestro armero, otro cocinero...Vince sonrió al
recordar esos recuerdos.
El
palacio de los Mermaider estaba situado en otro lago, en este caso,
artificial, en el centro de Fífia. Cuatro pasillos que flotaban
sobre el lago situados en las cuatro puertas conectaban el palacio
con el resto de la ciudad. El palacio en sí estaba formado pro una
nave rectangular, donde residían seis de las ocho cúpulas, y donde
se realizaban todo tipo de actividades y un porche circular en el
norte, que se utilizaba de puerta principal, coronado por otro arco,
donde se encontraba el establo, y donde a veces se recibía a las
visitas si el tiempo era favorable. La parte de atrás constaba de un
torreón, de donde colgaba el blasón de los Mermaider, y se alojaban
Vince, su familia y sus sirvientes. También constituía la única
defensa del palacio, pero nunca había hecho falta, ya que la
situación estratégica y las murallas de Fífia habían mantenido a
cualquier intruso fuera de la ciudad.
Se
dirigieron al palacio por la puerta principal. Atravesaron el
pasillo, con la maravillosa vista del jardín del loto, como lo
llamaban los bardos que hablaban de Fífia, ya que en el lago había
loto y nenúfares, junto con ranas y libélulas. En el porche les
estaba esperando su hermana Vicky. Vince se bajó de Sirena y le
tendió las riendas a su caballerizo, un chico de escaso pelo castaño
y ojos negros de nombre Valtteri, al que llamaban Valt el Equino.
Acto seguido se refugió en los brazos de su hermana mayor, y la
observó detenidamente.
Su
hermana tenía tres años más que él, pero aparentaba más, como
solía pasar entre los miembros de su familia. Él mismo aparentaba
casi treinta años, pero en realidad tenía diecinueve. Ella tenía
una mandíbula pronunciada, y ojos claros, casi grises. Su pelo era
ondulado y de color chocolate, recogido en un moño, con algunos
mechones sueltos. Desde que estaba prometida al príncipe de Asïseb,
lucía una corona plateada con detalles de serpientes marinas. Vestía
un vestido tradicional asïsebiano, de colores gris y azul marino,
con las mangas y los bajos de la falda transparentes. En el corpiño
llevaba un diseño de sirenas plateadas, y su anillo de la mano
derecha llevaba escrito la palabra Mermaider.
-Tan
preciosa como siempre, Vicky-le alagó Vince. Vicky soltó una
risita.
-¡Pero
si me viste apenas unos meses!-ordenó a sus sirvientes que llevaran
las alforjas de Vince a sus habitaciones, y se sentó en la mesa del
porche. Vince se sentó a su lado.
-¿Y
madre?-preguntó.
-Está
en la capital merendando con mi señora suegra. Al parecer, van a
acordar nuevos tratados comerciales-le explicó su hermana,
tranquila.
-Bien-le
respondió Vince.-¿Por eso tú estás aquí en lugar de con tu
príncipe?
-En
efecto-afirmó Vicky.-Gaenor me ha dicho que me echará de menos,
pero con madre en la corte y tú en la guerra, alguien tenía que
quedarse aquí.
-¿No
podrías haber dejado a cargo a Porter? Es el consejero, su misión
es cuidar al pueblo cuando falta el nis-preguntó Vince, extrañado.
-¿No
te lo han contado?-dijo Vicky, repentinamente apenada.-Porter ha
muerto. Se cayó al lago para salvar a un niño, y los dos se
ahogaron.
-Santa
Ynvi, Porter no-Vince recordaba al mayordomo, también había sido
institutor de su hermana y él, y solía llevarles golosinas a las
clases.-Por eso tuviste que quedarte aquí, claro.-Vicky
asintió.-Pobre de su familia. ¿Qué van a hacer sin él?
-Les
he alojado en el palacio, por el momento, hasta que puedan pagar la
casa que tenían antes. Abigayle trabaja en las cocinas, y los niños
limpian el torreón-miró a su hermano, y lo vio apenado. Decidió
entonces cambiar de tema.-Bueno, he oído que conociste a alguien en
la guerra, ¿no?
-Sí-Vince
se puso rojo al recordar a Samella Corne.-La verdad es que la conocía
de la Escuela, y siempre me había gustado, e Iris la reclutó para
la guerra así que, al acabar, me declaré a ella.
-¿Y?-le
animó a seguir Vicky, intrigada.
-Me
dijo que no le gustaba-Vince recordaba cuando se declaró, animado
por sus amigos, a Samella. “Eres majo, Vince, pero no creo que
funcionaría.” Esas fueron sus palabras exactas. Vince se quedó
hecho polvo, pero, gracias a los ánimos de sus amigos, pudo
olvidarse de ella.
-Bueno,
seguro que encontrarás a alguien-le animó su hermana.-He oído que
la hija de los Leude está soltera.
-¿Rut
la rata? Creo que paso. Esa chica es más fea que las ranas del
jardín-bromeó Vince.
-Veo
que no has perdido tu humor-comentó Vicky, entre risas. Luego se
puso seria.-Bueno, debes saber que esta tarde me vuelvo a Yz Zenik.
Ahora que ya estás aquí, serás el Nis hasta que vuelva madre.
-Me
parece lo correcto-asintió Vince.-Dale a Gaenor un beso de mi parte,
pero que no sea muy largo, que si no se va a hacer ideas raras-sonrió
al oír la risa de su hermana. Después se encaminó hacia sus
habitaciones de toda la vida.
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