-¡Hola Edouard! ¿Qué pasa?
-Hola Víctor. Seguro que ya lo sabes, pero Cazadores de Sombras ya ha llegado a La Estantería-habló el Padre Edouard, como si hablara con un amigo en algún bar.
-Ya, ayer lo coloqué en mi estantería-le respondió el Creador, como si fuera lo más obvio del mundo.
-Pues dime entre que dos libros lo has colocado, anda-le inquirió el Padre.
-Voy-de repente se oyeron unos pasos, como si el Creador estuviera andando. Hubo un momento en el que se oyó un golpe y a continuación una palabrota, pero luego se calmó todo. Al cabo de un rato volvió a hablar.
-Está entre Percy Jackson y Los Juegos del Hambre, Edouard. Ahora, si me permites, son las 3 de la mañana y me gustaría descansar un poco-dijo, de forma dolorida, como si el golpe de antes se lo hubiera dado él. A continuación, el Padre Edouard se volvió ante los personajes de Cazadores de Sombras, que le miraban estupefactos.
-Bueno, Simmon, ya has oído. Entre Percy Jackson y Los Juegos del Hambre. Que el Creador esté siempre con vosotros-dijo a modo de despedida.
-Lo mismo digo-le respondió Simmon. A continuación, condujo al grupo fuera de la iglesia y, en vez de ir hacia la avenida, continuó por la calle.
-¿A dónde vamos?-le preguntó Isabelle.
-Al ayuntamiento, para oficialmente nombraros habitantes de La Estantería-respondió sin mirarla, Simmon.
-Solo una pregunta-aventuró Magnus.-¿Por qué el Creador tuvo que ir a mirar dónde nos había colocado, si él debería saberlo ya de antemano?
-Porque estaba durmiendo en ese momento-aclaró Simmon. Al darse la vuelta y ver que todos le miraban, sin comprender demasiado, se paró y se sentó en un banco.-A ver, el Creador no es otro que un chico de 14 años español, llamado Víctor García. Lo que pasa es que él, gracias a lo que le gustan sus libros y a su imaginación, logró crear La Estantería, un lugar de descanso para sus libros favoritos. Resulta que en su habitación tiene una estantería donde guarda sus libros favoritos, con lo que es allí donde nos coloca. Y solo se puede comunicar con nosotros por la noche, o cuando lee, ambas veces de un modo inconsciente. Y cuando tiene que ubicar a alguien, siempre se tiene que levantarse, sonámbulo, e ir hasta su estantería.
-Entonces, ¿nosotros podríamos ir a visitarle?-preguntó Jordan.
-Al vosotros vivir en La Tierra, sí. Eso sí, gracias a un hechizo, si le vieráis, él no os reconocería, igual que si os encontraseis con fans vuestros o incluso con vuestra escritora, Cassandra Clare-aclaró Simmon. Después se levantó y siguió andando. Maia se adelantó a su altura y le preguntó:
-Y, ¿dónde vive? Por si nos da por visitarle y eso.
-Vive en un pueblo de la periferia de Madrid llamado Boadilla del Monte. Pero nadie sabe la dirección exacta, así que tendriáis que buscar entre todo Boadilla-volvió a explicar Simmon. A continuación, se le iluminó la cara.
-¡Ya hemos llegado!¡Bienvenidos al ayuntamiento de La Estantería!
El ayuntamiento tenía forma de un templo romano, con sus columnas y escaleras a la entrada, pero hasta allí se acababan las similitudes. Todo el ayuntamiento tenía un color marrón, que desvelaba que estaba hecho de madera. En lo alto del tejado había un nido enorme, y las columnas estaban decoradas con escenas de pájaros, todos tallados en la madera. La puerta en sí tenía la forma de la cabeza de un pájaro, con el pico como picaporte.
-¡Guau!-soltó Simon.-Al alcalde deben de chiflarle los pájaros.
-Algo así-comentó Simmon, conteniendo una risita.
Al entrar, llegaron a un pasillo decorado con estatuas de varios tipos de pájaros: palomas, halcones, golondrinas, águilas...Había hasta un avestruz. Después de pasar la puerta idéntica a la de la entrada, entraron en el despacho del alcalde.
Y, detrás de una mesa de pino con una maqueta de La Estantería, sentado en un soporte especial, había un pequeño cernícalo.
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